Los niños y niñas deben aprender desde pequeños los hábitos básicos de higiene, pues además de evitar el contagio de enfermedades, los mismos ayudan a los niños en su proceso de inserción social entre sus pares.
¿Cuándo comenzar a enseñarles?
Muchas veces los adultos pensamos que los niños pequeños no entienden muchas cosas que les decimos, pues como no se expresan mucho, nosotros nos encargamos de dejar para más adelante las enseñanzas de ciertos hábitos, “porque no entienden todavía”.
Pero es todo lo contrario; los pequeños entienden mucho más de lo que pueden expresar con palabras, por lo cual hay que introducirlo en los hábitos de higiene lo más pronto posible.
En los niños pequeños las rutinas diarias como cambiarle el pañal, limpiarlo al comer, lavarle sus manitas y cara, o bañarlo, les hace aprender que son hábitos indispensables.
Una de las formas de la enseñanza de hábitos es irle describiendo al niño o niña según su nivel de desarrollo todos los beneficios que les aporte el aseo diario, como por ejemplo el bienestar al sentirse limpio, oler y verse bien.
Para que todo esto no se convierta en un suplicio es importantísimo que se haga con buen humor, en forma distendida y relajada, lo que hará que el pequeño disfrute de estos momentos.
Muchas veces los adultos pensamos que los niños pequeños no entienden muchas cosas que les decimos, pues como no se expresan mucho, nosotros nos encargamos de dejar para más adelante las enseñanzas de ciertos hábitos, “porque no entienden todavía”.
Pero es todo lo contrario; los pequeños entienden mucho más de lo que pueden expresar con palabras, por lo cual hay que introducirlo en los hábitos de higiene lo más pronto posible.
En los niños pequeños las rutinas diarias como cambiarle el pañal, limpiarlo al comer, lavarle sus manitas y cara, o bañarlo, les hace aprender que son hábitos indispensables.
Una de las formas de la enseñanza de hábitos es irle describiendo al niño o niña según su nivel de desarrollo todos los beneficios que les aporte el aseo diario, como por ejemplo el bienestar al sentirse limpio, oler y verse bien.
Para que todo esto no se convierta en un suplicio es importantísimo que se haga con buen humor, en forma distendida y relajada, lo que hará que el pequeño disfrute de estos momentos.
¿Cuándo enseñar estos hábitos?
Lo ideal es comenzar lo más temprano posible. Se puede colocar un banquito frente al lavabo para que el niño pueda subirse en él y asearse las manos, cara, cepillarse los dientes y sentirse más alto, también será divertido.
También se puede colocar un espejo a la altura del pequeño para que pueda peinarse.
Hay que acostumbrar a los pequeños a lavarse las manos al regresar de la calle, después de ir al baño, antes de comer y antes de ir a dormir.
También acostumbrarlos a cepillarse los dientes y usar el hilo dental luego de las comidas y antes de dormir. El cepillado de dientes es algo que debe ser supervisado hasta que el niño pueda hacerlo bien solito.
Es bueno que luego de bañarse se le permita jugar un rato con el agua, esto hará más divertido el momento del baño diario.
En el caso de que se esté en la calle o de paseo, siempre es bueno llevar toallitas húmedas o desinfectante para que lo usen cuando no hay baños ni jabón a la mano.
Incluso desde que es pequeño, que tenga un producto sanitizante en gel en su mochila es un hábito que quedará para toda la vida.
Y si el pequeño moja con sudor su ropa, es bueno enseñarle que tiene que cambiarse.
Lo ideal es comenzar lo más temprano posible. Se puede colocar un banquito frente al lavabo para que el niño pueda subirse en él y asearse las manos, cara, cepillarse los dientes y sentirse más alto, también será divertido.
También se puede colocar un espejo a la altura del pequeño para que pueda peinarse.
Hay que acostumbrar a los pequeños a lavarse las manos al regresar de la calle, después de ir al baño, antes de comer y antes de ir a dormir.
También acostumbrarlos a cepillarse los dientes y usar el hilo dental luego de las comidas y antes de dormir. El cepillado de dientes es algo que debe ser supervisado hasta que el niño pueda hacerlo bien solito.
Es bueno que luego de bañarse se le permita jugar un rato con el agua, esto hará más divertido el momento del baño diario.
En el caso de que se esté en la calle o de paseo, siempre es bueno llevar toallitas húmedas o desinfectante para que lo usen cuando no hay baños ni jabón a la mano.
Incluso desde que es pequeño, que tenga un producto sanitizante en gel en su mochila es un hábito que quedará para toda la vida.
Y si el pequeño moja con sudor su ropa, es bueno enseñarle que tiene que cambiarse.
¿Importa lo que hacen los mayores?
El ejemplo de los mayores también ayuda muchísimo, pues los niños aprenden más por imitar a sus padres, no olvidemos que enseña más una actitud que mil palabras.
Si nosotros le repetimos hasta el cansancio que al llegar de la calle, de la escuela, al tocar un animalito, pueden quedar bacterias en nuestras manos por lo cual hay que lavarse siempre las manos, y ellos ven que nosotros no lo hacemos, le estamos enviando un mensaje contradictorio.
También es importante por supuesto, evitar la obsesión por la limpieza. Los niños necesitan jugar, ensuciarse, explorar y divertirse, y es normal que lo hagan y a veces ensucien su cuerpo. Pero deberán saber que luego de todo esto, hay que lavarse y quedar limpitos.
Los hábitos de higiene deben crearse a diario y manifestarse en cada aspecto de la vida cotidiana.
En este caso los padres deben armarse de paciencia porque los resultados de su trabajo no se verán de inmediato, sino a largo plazo.
Lo ideal es que las instrucciones que reciban los niños sean lo más simples posible. Y como ya dijimos, el ejemplo es la mejor manera de enseñar, todos en casa deben seguir los mismos hábitos de higiene y limpieza.
El ejemplo de los mayores también ayuda muchísimo, pues los niños aprenden más por imitar a sus padres, no olvidemos que enseña más una actitud que mil palabras.
Si nosotros le repetimos hasta el cansancio que al llegar de la calle, de la escuela, al tocar un animalito, pueden quedar bacterias en nuestras manos por lo cual hay que lavarse siempre las manos, y ellos ven que nosotros no lo hacemos, le estamos enviando un mensaje contradictorio.
También es importante por supuesto, evitar la obsesión por la limpieza. Los niños necesitan jugar, ensuciarse, explorar y divertirse, y es normal que lo hagan y a veces ensucien su cuerpo. Pero deberán saber que luego de todo esto, hay que lavarse y quedar limpitos.
Los hábitos de higiene deben crearse a diario y manifestarse en cada aspecto de la vida cotidiana.
En este caso los padres deben armarse de paciencia porque los resultados de su trabajo no se verán de inmediato, sino a largo plazo.
Lo ideal es que las instrucciones que reciban los niños sean lo más simples posible. Y como ya dijimos, el ejemplo es la mejor manera de enseñar, todos en casa deben seguir los mismos hábitos de higiene y limpieza.
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